Cabrera da aire a los buceadores
- El nuevo plan de usos elimina restricciones y amplía número de visitas y zonas de buceo
- Oceana se muestra a favor mientras se asegure la conservación del ecosistema marino
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A pesar de que la futura gestión de Cabrera divide a Govern y ecologistas en numerosos puntos, suprimir restricciones para el buceo no es uno de ellos. El borrador del Plan de Rector de Uso y Gestión (PRUG) del Parque Nacional Marítimo-Terrestre prevé un desarrollo sostenible y controlado de esta actividad como acicate para la dinamización económica y turística; una medida que no es vista con malos ojos por los sectores más proteccionistas que integran el Patronato del Parque.
La organización Oceana considera que el incremento del buceo en aguas de Cabrera «puede resultar una actividad compatible con la conservación e incluso significar una puesta en valor de la riqueza marina que se encuentra en el Parque Nacional, favoreciendo su conocimiento, sensibilización y apreciación».
El borrador del PRUG prevé aumentar el límite de 40 visitas diarias para el buceo que existe actualmente hasta el punto de llegar a las 360 en fines de semana durante la temporada alta.
Asimismo, las cuatro zonas en las que está permitido el buceo pasarán a ser nueve. Así, a día de hoy se puede bucear en cuatro zonas: Cala Galiota, Ses Bledes y el Pecio de Ana Rosa, además de otro pecio que será retirado del listado de puntos permitidos debido a la gran actividad que han tenido allí en los últimos tiempos los expoliadores. El Plan añadirá a las mencionadas las zonas de Faro n’Ensiola, Cap de Sa Carbassa, Cala Santa Maria, Punta de Sa Corda, s’Escala des Governador y Na Picamosques.
Marta Carrera, portavoz de Oceana en las reuniones del Patronato explica que la única nueva zona que podría suponer un problema para la conservación sería la del Far de n’Ensiola, la cual es de especial sensibilidad por la existencia de cuevas. Aunque el plan prohíbe taxativamente la entrada en cuevas «eso va a ser algo difícilmente controlable si se permite que haya buceadores en las cercanías», señala Carreras para explicar que entre los valores ecológicos de esta zona en concreto se cuenta con la presencia de una rara especie de mero, el anfós jueu (Mycteroperca rubra); «Los informes científicos dicen que no puede encontrarse en ninguna otra zona». Por todo ello, la organización se muestra partidaria de que n’Ensiola sea sustituido por otro punto «que no represente un impacto tan elevado» o, en su defecto, «aplicar medidas que aseguren que los buceadores no entren en las cuevas».
La propia Carrera asevera que su apoyo a la ampliación del buceo está igualmente supeditado a un control que asegure la conservación de los ecosistemas marinos.
En este sentido, una de las condiciones impuestas por los ecologistas es que esta actividad vaya acompañada de un plan de control que asegure que la conservación de las zonas visitadas por los buceadores no se ve afectada. Un plan de seguimiento «riguroso» que permita evaluar con indicadores concretos los efectos de la actividad recreativa sobre la zona «y poder aplicar las correcciones necesarias o, de ser necesario, el cese de la actividad». Con todo, los ecologistas dejan claro que no se oponen a una medida que persigue relajar unas condiciones «demasiado limitadas». «Entendemos que será positivo si se hace bien; ahora mismo no es rentable para los clubes de buceo», afirma Carreras. Asimismo, señala que «360 personas puede parecer un número elevado pero no lo es si se compara con el régimen de visitas de otros parques nacionales».
El acercamiento alcanzado en torno al buceo no ha sido suficiente para que Oceana votara en contra del borrador, consciente que queda «mucho trabajo por hacer». A juicio de los proteccionistas, el texto no toma en la consideración que debiera los informes científicos sobre los que ellos, alegan, han sustentado todas sus propuestas.
Por otra parte, Carrera critica que el plan deja demasiado margen a la interpretación cuando habla de permitir «actividades deportivas» y «eventos» en general. Se trata de dos conceptos, se queja, que no han sido suficientemente precisados y delimitados como para aprobarlos sin más, ya que en función de las características de dicho evento o prueba deportiva «podrían suponer una amenaza para la conservación».
Noticia publicada en Expansión.com