La llaman 'la catedral de los cristales'. En el año 2000, dos mineros la
descubrieron por casualidad a 300 metros de profundidad en el estado de
Chihuahua (México), y alberga unos espectaculares pilares de yeso, tan inmensos
que para admirarlos hay que levantar la cabeza. Algunos de estos cristales
alcanzan nada más y nada menos que 11 metros de alto y uno de ancho.Desde su hallazgo, esta insólita caverna translúcida de minerales no ha
parado de atraer las miradas de geólogos procedentes de todos los rincones del
planeta. Pero es un equipo español del Instituto Andaluz de Ciencias de La
Tierra del CSIC el que está liderando la investigación de estos colosales
cristales que todavía continúan creciendo en la cueva de Naica.Ahora, los análisis realizados por estos
científicos españoles, dirigidos por el cristalógrafo Juan Manuel Ruiz, han
dado sus frutos porque, además de desvelar todos los detalles del proceso
natural de cristalización del yeso, también señalan sus posibles aplicaciones
en la industria de materiales. Los resultados de su trabajo se acaban de
publicar en la revista Chemical Society Reviews.Las técnicas empleadas por los investigadores, con ayuda de colegas
japoneses y franceses, son novedosas y han permitido conocer todas las claves
de la formación de los cristales. «Hasta ahora se sabía muy poco sobre cómo
crecen los cristales a estas velocidades de tiempo», explica a EL MUNDO Fermín
Otálara, uno de los investigadores del Instituto de Ciencias de la Tierra que
tuvo la oportunidad de bajar a la cueva en 2001.Gracias a las observaciones realizadas
con sus nuevas técnicas, los expertos calculan que la cueva se formó hace aproximadamente un millón de años, y calculan que cada
100 años su tamaño aumentó el equivalente al grosor de un pelo.Por otro lado, las posibles aplicaciones de esta investigación para la
industria podrían derivarse de los avances en el conocimiento geológico de la
formación del yeso, ya que permitirán conocer «cómo crecen los cristales de
este mineral y se mantienen a lo largo de largo tiempo», añade Otálara.La demanda creciente de producir
contenedores de hormigón, para albergar residuos nucleares y otros materiales
altamente tóxicos durante décadas, ha obligado a lograr un mayor conocimiento
de las propiedades de los materiales que se utilizan para su fabricación, ya
que «se trata de una roca que cambia con el
tiempo», según explica el investigador.Estos mismos conocimientos podrían ser
de gran utilidad para la construcción de los denominados almacenes geológicos
de dióxido de carbono (CO2), unas excavaciones bajo tierra que albergarían CO2
yayudarían a combatir el cambio climático al enterrar
los gases contaminantes que están provocando el calentamiento global.A pesar de las duras condiciones de trabajo en la 'catedral de los
cristales', donde la temperatura alcanza los 50ºC y el nivel de humedad llega
hasta el 90%, los científicos españoles no han dejado de visitarla de manera
continua desde que iniciaron sus investigaciones en 2001 y empezaron a recoger
muestras procedentes de este impresionante laboratorio natural.
viernes, 30 de mayo de 2014
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