Noticia del periódico Diario de Mallorca sobre la publicación de un libro catalogando las cavidades mallorquinas.
José A. Encinas culmina medio siglo de estudios sobre las cuevas de Mallorca
Su ´Corpus Cavernario Mayoricense´ es un compendio sobre 4.500 grutas naturales con más de 3.000 planos y 125 cartografías - "Cada día se descubren nuevas simas, algunas ocultas durante siglos", asegura el explorador
02.10.2014 | 06:50
Gabriel Rodas. Palma ¿Cuántas cuevas existen en Mallorca?, ¿qué usos han tenido a lo largo de la historia?, ¿por qué la inmensa mayoría no están señalizadas?, ¿de dónde proceden sus nombres?, ¿a qué peligros se enfrenta un espeleólogo? José A. Encinas tiene todas las respuestas. Después de medio siglo realizando incursiones subterráneas publica Corpus cavernario mayoricense (El Gall), un compendio informativo sobre 4.500 grutas naturales con más de 3.000 planos, 125 cartografías, 70 ilustraciones, 65 representaciones de arte epilítico rupestre y 90 dibujos complementarios.
La afición de Encinas por explorar cuevas se remonta a su infancia en Nerva (Huelva), cuando se aventuró en el paisaje del Parque Minero de Riotinto. "Ya se sabe que siendo un niño quieres probar todo lo prohibido y nosotros siempre nos metíamos en pozos y agujeros negros. Estaba en mi ADN. Allí fue cuando empecé a sentir cierta inquietud por este mundo", confiesa este antiguo estudiante de Maestría industrial.
Con 17 años Encinas llegó, procedente de su Sevilla natal, a Mallorca. "Enseguida quedé alucinado con las montañas de la isla, que poco a poco fui descubriendo, y con ellas, las cuevas", recuerda. Una de las primeras en visitar, como tantos otros recién llegados, fueron las Cuevas del Drach, en Porto Cristo. "Como andaluz soy un poco barroco, y el barroquismo de aquel lugar me atrapó". Pronto fue acumulando interrogantes y con el resto de integrantes del Grupo de Exploradores de Cuevas, germen fundador del luego formalizado Grupo Norte de Mallorca (GNM), decidió arrojar algo de luz sobre el mundo subterráneo mallorquín, no sin algo de temor: "Los miedos, en plural, siempre van contigo, nunca desaparecen. En cuanto entras en una gruta siento miedo a precipitarme al vacío, a encontrarme CO2 y no poder respirar, a quedarme atrapado..."
El volumen de Encinas persigue la intención de que las simas y cuevas mallorquinas sean "documentalmente asequibles a todos los públicos y también a los especialistas (...) A través de él se podrán acercar a la mayoría de grutas sin demasiada dificultad, saber algo de su conformación interna, programar aquellas visitas que les resulten asequibles o valorar las mejores realizaciones de determinados exploradores".
Cien kilómetros de recorrido
Las cuevas catalogadas, desde la más larga, la del Pas de Vallgornera, cercana a los 100 kilómetros de recorrido –y todavía sin cerrar–, a la más profunda –hasta la fecha, la Cova de sa Campana, en el Torrent de Pareis, de más de 300 metros–, aparecen por municipios y recogen aspectos esenciales de la conformación del monumento natural. Cada apunte indica sus proporciones métricas, aspectos del entorno, representaciones planimétricas y altimétricas, dibujos de detalle e imágenes ilustrativas del medio ambiente, de ajuares, instrumental o muestras frecuentes en los yacimientos.
Las cuevas catalogadas, desde la más larga, la del Pas de Vallgornera, cercana a los 100 kilómetros de recorrido –y todavía sin cerrar–, a la más profunda –hasta la fecha, la Cova de sa Campana, en el Torrent de Pareis, de más de 300 metros–, aparecen por municipios y recogen aspectos esenciales de la conformación del monumento natural. Cada apunte indica sus proporciones métricas, aspectos del entorno, representaciones planimétricas y altimétricas, dibujos de detalle e imágenes ilustrativas del medio ambiente, de ajuares, instrumental o muestras frecuentes en los yacimientos.
Un trabajo que, a pesar de su extensión, más de 1.300 páginas, está inacabado. "Cada día se descubren cuevas. Incluso hay algunas que se abren de nuevo, fruto de una tormenta, que deja ver un agujero tapado durante mucho tiempo", aclara.
Como los bañistas tienen su rincón predilecto, Encinas también tiene su cueva favorita. Él la llama "la joya" y se encuentra en Pollença. Se trata de la Cova de Cornavaques, de 37 metros de longitud. "Unos cazadores refugiados durante una tormenta se fijaron en las estalactitas del alto paso adivinado al otro lado y por donde la sala continúa".
El explorador entiende las grutas como "baúles en los que cada cultura deja sus huellas". De ahí que "a veces" se encuentren "auténticas joyas". Uno de esos tesoros lo descubrió en 1967, en el Avenc de la Punta, también en Pollença. "Encontramos los llamados Toros de la Punta, sarcófagos tauromorfos en los que aparecieron restos de 50 cuerpos, de niños, mujeres y ancianos. La noticia apareció en los medios de la época y se hizo cargo de todo el Museo Nacional Arqueológico", recuerda.
El último importante hallazgo fue reciente, en Mancor de la Vall, un yacimiento de azabache, una variedad de lignito de color negro brillante, "una piedra que, como el coral, era muy apreciada en la antigüedad y que aún se usa por sus supuestas propiedades mágicas". Lástima que, este yacimiento, esté hoy amenazado por la basura que sobre él se deposita.
Precisamente el de la protección es un asunto que preocupa a Encinas. "Los grandes desmanes se producen bajo la legalidad. Como la Administración empiece a tocar las cuevas... Dios nos libre, pondrían hormigón donde no deben y asfaltarían el entorno. Bastaría con intentar no ensuciarlas", espeta este "poco amigo" de los carteles. "También soy reacio a la señalización de las cuevas. Tanta fita en la montaña... Que se documenten, recurran a un GPS o vayan con un guía. No pasa nada por perderse un día en la montaña", protesta.
En cualquier caso, admite que "hay qué hacer algo" para preservar estos monumentos naturales. "La pregunta es qué hacer. El criterio tendría que ser objeto de debate pero no ha de ser un decreto". Mientras llega ese debate, Encinas continuará explorando el mundo de las cavernas y animando a los más jóvenes a descender a los abismos. "Existe mayor riesgo de que te pase algo yendo en coche a Pollença que bajando a una sima a 30 metros. A los vehículos que te pasen por al lado no los podrás controlar. Eso sí da miedo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario